Hace dos días, estábamos comenzando la faena. Antes de salir, saludos a los conocidos. Alli estaba Carlos, un conocido de Asturias con el que he compartido alguna carrera de las largas. Su objetivo era bajar de 3h 30'. Por él luchamos unos cuantos kms, hasta el 28 concretamente. El ya venia algo tocado desde la media. Por eso optamos por separarnos. Asi iriamos los dos más cómodos. Al final 14' nos separaron. El tio del mazo es así. O calculas bien las fuerzas o te atiza. Al principio, corrimos cómodos, hablando, y contando anécdotas. Nos reimos tb cuando vimos a Pachi Ros en cueros corriendo, como para mi no es novedad, no me sorprende, pero la verdad que hay que tener huevos para correr asi en la ciudad y él los tiene. Será la 4ª marathon que le veo de esa guisa. Todo eso anima. Pero si no hay fuerzas, al final los animos se van diluyendo y toca sufrir. Una vez que deje a mi compañero de fatigas corri fuerte, porque a pesar de la llovizna, el calor y la humedad (los peores enemigos del corredor) me sentía bien. Fui pasando corredores, algunos conocidos y al final, objetivo cumplido. Terminar el nuevo marathón y hacerlo cómodo.
Esta carrera me recordó mucho al mundial de 24 H que corrí en Drummonville (Canada), hace 2 años. No por lo larga, pero si por el clima. Esa humedad que deja el pellejo remojado y que después de largo rato se traduce en rozaduras molestas que siempre van a más. Éstas, que me respetaron durante la carrera, me salieron al contacto con el agua caliente de la ducha. Y la verdad que son engorrosas y dolorosas . Después toco cenar y beber otros líquidos bien distintos. Mientras estaba en estos menesteres, pasó Abelardo (NUNCA CORRERAS SOLO) al que di unos gritos de aliento, iba ya hacia la meta. Lo importante es que aunque pasé una noche toledana (por las rozaduras), hoy estoy prácticamente recuperado. Ahora a seguir entrenando y a esperar él de Zaragoza dentro de un mes. Así se pasó el fin de semana.